La labor de aseo detrás de cada evento

Largas horas de trabajo, zonas de descanso en los mismo camarines donde se torturó en dictadura, pocos utensilios y un recinto que se impone lleno de basura al término de un evento. Esta es la realidad de quienes cumplen con asear el Estadio Nacional.

Por Francesco Daveggio

Cuando concluye un evento deportivo o un concierto, el coliseo termina siendo un lugar lleno de basura. Gregorio Páez junto a Blanca Shaffer y todo su personal de aseo, son los encargados de hacer el trabajo sucio en el complejo deportivo de Ñuñoa, lugar en el cual han vivido grandes experiencias con el pasar de los años.

Blanca tiene 43 años, tres hijos y su vida ha girado alrededor del nacional. Lleva 15 años trabajando en el estadio, de los cuales los diez primeros fueron exclusivamente para él. “A mí me enamora el estadio, me gusta lo que hago hoy en día, porque me inicié en la puerta cortando entradas, después empecé con el barrido de un atletismo y ahí me quedó gustando”.

Su labor ha hecho que su vida esté marcada por varios sacrificios familiares. Blanca Shaffer cuenta que sus hijos son los que más sufren con los horarios de su trabajo, hay veces debe trabajar día y noche para dejar limpio el estadio. Algo similar es lo que ocurre con Ana Espinoza quien trabaja con Blanca haciendo el aseo del coliseo.

Ana cumplió 16 años trabajando en el nacional, su padre trabajó por casi cuatro décadas allí y fue testigo de la ocupación del estadio por los militares. “Mi padre casi se volvió loco porque no podía hacer nada por la gente que estaba recluida en el estadio” , cuenta Ana.

Su primera labor fue la limpieza de baños, en un comienzo no fue un trabajo grato, pero con el correr del tiempo le ha tomado costumbre y ahora le fascina. Algo similar a lo que siente Gregorio Páez, quien es su jefe y está en el estadio desde 1975.

Gregorio tiene 61 años y hace 40 que llegó al estadio a través del Programa de Empleo Mínimo (PEM) en plena dictadura. Dentro de las labores que ha desempeñado ha pasado de ser el canchero del Estadio Nacional, siendo el tutor de José Jara, hasta llegar a ser el mayordomo de servicios generales del recinto.

Uno de los trabajos que más recuerda es la construcción de la pista atlética, la que actualmente se llama Estadio Mario Recordón. Años de esfuerzo son los que ha sacrificado Gregorio, quien guarda un gran recuerdo del reducto deportivo. “El Estadio Nacional es mi segunda casa, yo aquí he pasado de todo, no me veo en otro lado».

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